Oscar 2006

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BELLEZA AMERICANA: el día después del Oscar

En la magistral adaptación cinematográfica que Luchino Visconti hiciera de “El Gatopardo” de Giuseppe Tomasi Di Lampedusa, Burt Lacanster, interpretando al príncipe Fabrizio De Salina, pronuncia la ya mítica frase “hay que cambiarlo todo para que nada cambie”. Todo indica que Hollywood comparte plenamente aquella estrategia, por lo menos así lo demostró en su 78° entrega del premio mayor de la Academia.

Desde que se conocieron las nominaciones allá a fines de febrero, y hasta ayer no más, toda la prensa especializada anunciaba con bombos y platillos que este era el año del cine independiente. Que esta vez no existían títulos tanques o blockbuster en cuanto a costos de producción o recaudación se refiere. Todo indicaba que las películas nominadas incurrían en abordar temáticas sociales o políticas comprometidas. Y que los resultados iban a dar un vuelco en la tradición más conservadora de los miembros de la Academia.

Pues lo que resulto fue algo bien distinto. Se repartieron los premios de tal manera como dando una impresión de justicia e imparcialidad en donde todos se lleven algo. Pero esta apariencia ocultaba una estrategia intencional.

Después de cuatro años, no coincidió la premiación entre el rubro mejor director y mejor película, la ultima vez fue en el 2002 cuando “Chicago” se alzo con el Oscar a la Mejor Película, mientras que el ausente Roman Polanski obtuvo la estatuilla al mejor Director por “El Pianista”.

Ya en sí este tipo de desdoblamientos es difícil de explicar, pero si analizamos en detalle el resultado final de los galardones creo que podremos ver fácilmente que en Hollywood todo aparenta cambiar para que nada cambie.

Los títulos más comprometidos políticamente en enfrentar el stablishment americano eran esencialmente dos: “Buenas Noches y Buena Suerte” sobre la resistencia al machcartismo, dirigida por George Clooney y “Syriana” sobre los turbios negocios petroleros. Ninguna de las dos tuvo un reconocimiento real, al bueno de Clooney lo compensaron con un Oscar como actor de Reparto por “Syriana” como para demostrar que no se excluye a un “liberal” de la Academia y puede seguir haciendo su cine como en su momento lo hicieron Robert Redford y Warren Beatty, total el sistema seguirá intacto, además George es un tipo simpático y amigo de Steven Soderbergh y Brad Pitt, y después de todo también hace cosas como “La Gran Estafa”. Pero de compromiso real con los temas políticos urticantes, no, de eso no se habla ni se reconoce.

El “Munich” de Spielberg, fue una de las más castigadas. El film era demasiado incómodo por que genero polémicas tanto a favor como en contra por su forma de abordar la política del gobierno de Israel después de la tragedia de las Olimpíadas en Munich. No dejaba a nadie satisfecho, a la comunidad judía americana parece que menos, y esta tiene mucho peso en la industria cinematográfica, si no pregúntenle a Mel Gibson como le fue con “La Pasión de Cristo”.

Por lo tanto mejor excluirla y mandarle un mensaje al querido Steven que vuelva al redil. Entre las afirmaciones de que buena parte del costado independiente o progresista de esta entrega de los Oscar estaba la cuestión de dos películas que encaraban de distinta manera la temática gay: fundamentalmente la ya varias veces premiadas y con más nominaciones, ocho en total, “Secreto en la Montaña”, y en mucho menor medida “Capote”. En realidad esta última solo por la declarada homosexualidad de su protagonista Truman Capote. Como el trabajo de Phillip S. Hoffman era impecable y no era cuestión tampoco de reconocer algo a su más firme competidor David Strathaim por “Buenas Noches y Buena Suerte”, el blondo, robusto y excelente actor de tantos títulos independientes se llevo la dorada estatuilla, el mal menor que le dicen. Y así llegamos como la gran preferida no solo de la noche si no hasta de las apuestas que se hacían termino siendo la gran perdedora, a pesar de la larga y fructífera cosecha de premios no solo en los Estados Unidos si no en otras latitudes.

Pero Hollywood es Hollywood y debe mantener el faro rector de lo que para la industria debe ser lo “políticamente correcto”. Como tampoco era cuestión de ser tachado de homofóbico le dieron a “Secretos de la Montaña” los premios de Mejor Director a Ang Lee, después de todo el hombre tiene una digna trayectoria, el de Mejor Guión Adaptado, se ve que la historia era buena, y tuvo la suerte de colarse nuestro Gustavo Santaolalla como Mejor Banda de Sonido Original. Y con eso suficiente, por que una cosa es admitir algún reconocimiento a la temática gay por parte de la Academia pero de allí a llevarse el premio mayor y glorificar una historia de amor entre dos vaqueros, herederos directos de aquellos cowboys estereotipados rudos y viriles que hicieron la conquista del oeste es algo muy distinto.

No se podía admitir que el Oscar a la Mejor Película se lo llevara “Secretos en la Montaña” hubiese sido reconocer eso como admisible, y eso tampoco es políticamente correcto para la industria y mucho menos trasmitirlo para el gran publico consumidor de cine estadounidense, una cosa es el “Far West” y otra muy distinta que se convierta en el “Pink o Gay West”.

Entonces que le quedaba por hacer a la Academia, pues allí estaba “Crash. Vidas Cruzadas”, el muleto ideal para salvar la noche; ya habían repartido migajas a sus competidoras para no ser tachados de intolerantes o sectarios, pero el gran premio debía ir a una película que la Academia considerada políticamente correcta, es decir insípida, inodora e incolora, tan sana con el agua natural. Y “Crash” satisfacía bastante esos requerimientos, típica película coral, con un elenco importante en cantidad y calidad diversa, cuenta historias urbanas de distintos personajes en la ciudad de Los Ángeles cuyas vidas se entremezclan y cruzan entre sí. Si esto ya le suena conocido es por que Robert Altman ya lo filmo de mejor manera y fue nominada como mejor director por su “Ciudad de Ángeles”, pero en aquel momento nadie la reconoció por que como podían premiar a un rebelde como Altman, aunque ahora le dieron un Oscar Honorario!

Así “Crash” se alzo con tres Oscar, en número igual a los de “Secretos en la Montaña” pero no en lo simbólico y en el mensaje. Así obtuvo la categoría de Mejor Edición o Montaje, equivalente al de Mejor Banda Sonora de “Secretos”, mejor guión original, también podríamos decir equivalente al del Guión Adaptado de “Secretos”, aunque aquí compartía créditos el director de la película, Paul Haggis, quien supo ser también guionista el año pasado de “El Bebé del Millón de Dólares” del ortodoxo, no clásico, Clint Eastwood. Con lo cual este premio se puede interpretar como una especie de premio implícito a la mejor dirección, supuesto que se ve fuertemente reforzado si al momento de leer el sobre que revelaba el Oscar a la Mejor Película, Jack Nicholson pronuncia para sorpresa de varios, aunque seguramente no de todos “ and de Oscar go to Crash”.

Final feliz para la Academia, para Hollywood, para la industria. Mensaje disciplinador, un film casi de subgénero, sin demasiada brillantez, que supone hablar de cosas trascendentes de la vida cotidiana de las personas, presuntamente comprometido, que apareció como sorpresa cuando se conocieron las nominaciones; la gran triunfadora de la noche. Todo lo que se escribió, se dijo y dijimos se desmorono de repente producto de una habilidad pasmosa.

Nada de cine independiente, nada de temáticas que incomoden, nada de cuestionar valores instituidos o acciones políticas, por que participar pueden, algunas nominaciones se transformaran en galardones, es lo que hay que hacer para demostrar que se es amplio y tolerante. Pero al momento de sentar postura la Academia se mostró como lo que es, conservadora: nada de liberales, rojos, gay o lesbianas, familias alternativas, o cualquier otros planeo que se aparte del “american way life” normal.

En donde por sobre todas las cosas si bien importa mucho el dinero de la industria, mucho más mantener el status quo, o en todo caso cambiar para que nada cambie. Seguramente al término de la ceremonia George Bush se fue tranquilo a conciliar el sueño, su sueño americano.

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