Tomboy

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tomboy

Jugar a ser diferente.

Tomboy(Francia/2011). Guión y dirección: Céline Sciamma. Fotografía: Crystel Fournier. Reparto: Zoé Héran, Malonn Lévana, Jeanne Disson, Sophie Cattani, Mathieu Demy, Cheyenne Lainé.

 Por Alexis Gutierrez

Tomboy, expresión inglesa que en castellano se conoce como “marimacho”. Ese es el nombre que escoge la joven directora francesa, Céline Sciamma, para dar título a su segundo largometraje.

El film se posiciona, con la misma modalidad que su opera prima “Water Lilies”, en el terreno infanto-juvenil para narrar una historia encantadora, emocionante y perspicaz sobre una preadolescente, Laure, que se ha mudado con su familia a un barrio a las afueras de Paris. El nuevo escenario será una oportunidad propicia para cambiar de identidad, más aún, de género. Es entonces donde ella hará su despliegue vincular bajo la efigie de un varoncito llamado Mickäel. Una aventura en la que, debido a su indeterminado aspecto: el cabello bien corto y las prendas de vestir que usaría un muchacho, podrá efectuar ese acto camaleónico de manera insospechada.

Esta obra de Sciamma nos encauza hacia una reflexión sobre los arquetipos socio-culturales y los basamentos familiares. Aproximándose a una temática polémica, indecorosa para los moralizadores, como es la transexualidad. Esa nebulosa identitaria que suele sucederse en los niños en pleno proceso de metamorfosis hacia lo juvenil y que Céline aborda como una circunstancia lúdica, cincelada con ternura e inocencia; Sin recaer en un subsuelo juicioso, ni un juego licencioso y depravado o una elaboración embrollada de la ontología puberal.

Céline se acerca a eso prohibido a través de un baño de espumas y burbujas, pasatiempos en el bosque y el lago, verdad-consecuencia, miradas frente al espejo; Todo esto con un singular encanto haciendo que el espectador quede en un estado de confuso enternecimiento. Tomboy es el relato de la cotidianeidad solaz del universo pueril en las puertas de la pubertad. Un juego de verano que verá sus complicaciones al llegar a su fin, donde la hora de juego deberá ceder ante los quehaceres de una nueva etapa.

Es destacable la delicadeza de la cámara posándose como un individuo más, esparciéndose en el territorio de los niños. También es meritoria la actuación de Zoé Héran (Laure/ Mickäel) interpretando ese personaje tan delicado y ambiguo.

Tomboy es un melodrama francés enhebrado con hilos muy sutiles desde un guión bien desarrollado, un embellecimiento estético en donde los fotogramas muchas veces hablan más que las palabras  y una sensibilidad argumental particular.

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