Desarrollo

Capítulo I

1. La industria cultural

Existe un sector de la industria muy importante para el desarrollo
económico y cultural de una sociedad. Se trata de las Industrias
Culturales, asociadas a la producción industrial –de bienes y servicios
culturales para su difusión y/o comercialización al nivel de masas. La
UNESCO, a principios de los años 70, realizó una caracterización sobre
las industrias culturales. Ellas existen “cuando los bienes y servicios
culturales son producidos, reproducidos, almacenados o distribuidos de
acuerdo con patrones industriales y comerciales; es decir, a gran
escala y de acuerdo con una estrategia basada en consideraciones
económicas, más que en una preocupación por el desarrollo cultural”
(UNESCO: 1982)

Para Octavio Getino éste tipo de industrias tienen como función
principal la creación colectiva de contenidos simbólicos (obras
cinematográficas, obras literarias, obras musicales, obras
televisivas…), como lo es cualquier otra forma de expresión
artística, pero es también, a un mismo tiempo, producción industrial de
“manufacturas” culturales (películas, libros, discos, emisiones de
radio, programas de TV,) donde convergen esas dos dimensiones
principales sobre las que se afirma su existencia: la
económico-industrial y la ideológico-cultural. (Getino Octavio;
1999:189)

En la actualidad, las industrias culturales representan a uno de los
sectores económicos, a nivel mundial, más estratégicos en materia de
inversiones de capital y generadoras de empleo. En las últimas décadas,
el desarrollo de la ciencia y la tecnología, la concentración y
transnacionalización de capitales y las políticas de globalización
económica operaron de manera muy distinta dentro de las industrias
culturales. Precisamente sobre la industria del audiovisual, la que
interesa para este análisis, se concentra la tan mentada política
proteccionista, no así en otros sectores de la cultura. (Getino
Octavio, 2001)
La industria de las películas, especialmente, ha contribuido a inculcar
y a ser un vehículo portador de identidades. Un ejemplo de esto es la
producción cinematográfica Norteamericana que domina en forma casi
absoluta la exhibición de contenidos en todo el mundo, constituyendo
para los Estados Unidos una de sus principales fuerzas económicas.
Apoyada por el control de las redes de distribución y la creciente
concentración vertical de las empresas, así como por una permanente
política de dumping1, tanto las pantallas de cine como la mayoría de las películas comercializadas a través del sector empresarial de videoclubes2
(o DVDclubes), concentrado todo en unas pocas empresas de capital
nacional que representan a las compañías norteamericanas, nos acercan
un mismo modo de vida, un modelo único y repetido; esto hace peligrar
la existencia de las producciones locales y crea , así, una identidad
ajena a nuestra cultura. (Getino Octavio; 1999:189)
La industria y la economía Norteamericana no hubiese llegado hasta
donde hoy se encuentra de no haber contado con sus productos culturales
y comunicacionales, particularmente los de carácter audiovisual, en la
mayor parte del mundo.

Hollywood convirtió el cine en espectáculo, en entretenimiento, una
estrategia que no sólo se relaciona con la venta de películas, sino con
la imposición de ideas, valores, estilos de vida, conductas,
mercancías, servicios y productos de consumo. La importancia de esta
industria no radica solamente en el factor económico que moviliza la
producción y la comercialización de películas sino en las posibilidades
que tiene el propio lenguaje audiovisual de construir cultura. El
objetivo es imponer de manera agresiva y condiciones absurdas su
industria audiovisual / cultural.
El 85 % de las películas proyectadas en el mundo es producto de
Hollywood (la estrategia actual de los grandes estudios es menos
estrenos para más salas) y la realidad de Río Cuarto –Córdoba- no
escapa a esta maniobra.
El promedio de películas, por año, que llegan a las salas de la ciudad
es de 135, de 240 que se estrenan en Buenos Aires, de las cuales el 90
% son de producción Norteamericana. Lo mismo sucede con las empresas de
alquiler de videos y DVD: mantienen su negocio con un 85 % de productos
mainstream3. En el caso de los
comercios que trabajan con películas alternativas compran un 75 % de
cine Norteamericano y el 25 % restante lo reparten entre cine nacional,
latinoamericano, europeo, oriental…
Las obras audiovisuales, en la ciudad, se deben considerar desde una
perspectiva cultural, económica y también demográfica, ya que Río
Cuarto tiene más pantallas que por la cantidad de habitantes sería
necesario (dos complejos con 9 pantallas, en total, para una ciudad de
160 mil habitantes) La puesta a disposición de los estrenos
cinematográficos es muy inestable. Al ser, la ciudad, una plaza
pequeña, con un consumo a pequeña escala, los complejos no cuentan con
los estrenos inmediatamente sino que llegan con una tardanza de hasta
dos meses. Si a esta situación se le suma los cuatro meses de espera
del paso de las salas de cine al formato video o DVD, esto supone una
situación de desigualdad de oportunidades, para los consumidores de
cultura, respecto a otras ciudades del país.
En la actualidad, las personas son cada vez más consumidores de cultura
y viven inmensamente influenciados por el audiovisual y no así por otro
sector de la industria. Se entiende entonces que ese consumidor
pretenda y demande más servicios, sin importarle el factor de la
piratería y más si se basa en la inmediatez y facilidad que ofrece
Internet.

1.1. Tecnologías Nuevas

Con la irrupción de las Nuevas Tecnologías de la Información y la
Comunicación (TICs) comenzamos a pensar en otro tipo de consumidor
cultural. Su aparición altera la natural espera de los estrenos en
salas a la edición en video y DVD. Manuel Castells habla de un público
que se torna cada vez más segmentado por ideologías, valores, gustos y
estilos de vida, pese a ser masivo cuantitativamente, no es más un
espectador masivo en cuanto a simultaneidad y uniformidad del mensaje
que reciben.
La aparición de Internet, a mediados de los años 90, empieza a
complejizar esa idea de espectador, en relación con el consumo de
películas. En la actualidad, existen diferentes maneras de acceder a un
producto audiovisual sin necesidad de concurrir a una sala de cine o
alquilar alguna película en el videoclub.
Para Ariel Vercelli Internet tiene una historia corta, pero intensa. Es
un medio de producción y la resultante de un desarrollo cultural
sugestivo. Como medio de producción, la llegada de Internet brinda la
posibilidad de crear sus propios espacios que serán compartidos entre
varias personas, de acceder a materiales que de otra forma nunca se
hubiesen podido conseguir. “En el surgimiento de la sociedad de redes”
se puede advertir como Castells analiza el público de las TICs. Un
espectador que se vuelve más selectivo, que tiende a elegir y buscar
los mensajes que necesita, los crea y profundiza así la fragmentación,
aumenta la relación entre el emisor y el receptor.
A diferencia del público que concurre a las salas de cine o al
videoclub en donde existe un control, mediante la imposición de una
lógica del mercado; el público de las TICs participa activamente en la
construcción de espacios de intercambios. Internet ofrece una gran
oportunidad de acceso a productos culturales diversos. Es el público,
dice Nicolás Nobile en su clase, el que se encarga de generar
contenidos y ejercer una influencia en otros.
Tener acceso a la red, actualmente, supone una gran posibilidad para que el consumidor pueda satisfacer su demanda cultural.

Existen argumentos muy fuertes a favor de la autonomía que envuelve a
Internet. Para Alejandro Piscitelli de todos los fenómenos recientes
ninguno ha demostrado más y mejor el poder de libre acceso que La Red.
Sirve como modelo de libertad y revelación de cómo la ausencia de
control multiplica en forma exponencial la innovación y la creatividad.

Justamente, “esa experimentación basada en el respeto y la apertura
hacia lo nuevo, permitió que Internet se convirtiese en un espacio de
creatividad e innovación común basada en la colaboración y la
producción entre pares”. (Ariel Vercelli, 2006)

La dinámica de la innovación tecnológica requiere continuamente de
herramientas útiles, lo cual posibilitó que, en este último tiempo, las
descargas de materiales audiovisuales se convirtiesen en el medio más
llamativo de Internet. De manera sencilla muchos se adaptaron a esta
herramienta que en la mayoría de los casos es gratis y se puede
experimentar con contenidos diversos.
Los defensores de las TICs hablan de un paso muy importante en la
batalla de la democratización de Internet y los aportes que se han
logrado en el campo cultural, es a través de las tecnologías digitales
que se tiene acceso a ilimitados productos audiovisuales, protegidos o
no por la propiedad intelectual, de manera mucho más eficaz que con las
tecnologías analógicas. Es justamente en ese espacio que se vislumbra
cada vez más una problemática que se ve amplificada por las leyes de
copyright, especialmente en el terreno de la cultura.
Leyes que cada vez menos apoyan a la creatividad y que se utilizan para
proteger a ciertas corporaciones. Con la llegada de Internet se da una
mayor participación en el proceso de construir y conservar una cultura
que trascienda los límites locales, y esas formas habituales en las que
las personas crean y comparten la cultura se ven afectadas por las
regulaciones impuestas por estas leyes que imponen la carga de reglas
absurdamente complejas. De aquí se desprende la noción de
proteccionismo, de la que habla Lessing, no para proteger a los
artistas sino para proteger ciertas formas de negocios.
Además de lo que plantea Lessing sobre los grandes medios y como
utilizan la tecnología y las leyes para cerrar la cultura y controlar
la creatividad, las TICs ofrecen una libertad para transgredir la
propiedad intelectual. Libertad que puede verse afectada si la
propiedad intelectual se convierte en una barrera para el desarrollo de
estas nuevas tecnologías.
La idea es lograr un equilibrio en el que propiedad intelectual y desarrollo tecnológico progresen de manera articulada.


El siguiente capítulo
se refiere a como incide la piratería en las
obras protegidas por la propiedad intelectual, su legitimación como
tradición cultural y su importancia en la cultura.

Notas

1 El
dumping es una acción voluntaria de las empresas para vender sus
productos a precios por debajo de su costo en el mercado. Consiste en
vender un producto por debajo de su valor normal en el mercado durante
un período prolongado. Permite –además- que una empresa, eficiente o
ineficiente, haga quebrar a sus competidores y se quede con el mercado,
si cuenta con suficiente capital para financiar ventas a precios que
contienen pérdida o falta de lucro. El dumping también causa daño a las
economías nacionales en general, pues conduce a la eliminación,
injustificada en términos de competitividad, de empresas eficientes que
son motor de empleo y desarrollo.

2 Los
editores en Argentina están agrupados en la Unión Argentina de
Videoeditores (UAV) cuya actividad principal está centrada en la lucha
contra la piratería. La UAV es apoyada y financiada por las grandes
productoras norteamericanas y la principal cadena de alquiler de vídeo
(Blockbuster). Tres empresas se reparten la distribución exclusiva de
los sellos norteamericanos:
• GATIVIDEO: distribución de FOX, METRO y DISNEY*
• AVH VIDEO: distribución de WARNER, UNIVERSAL y PARAMOUNT
• LK-TEL VIDEO LA RIOJA: distribución de COLUMBIA
*(DISNEY opera directamente con grandes clientes y a través de
Gativideo con los videoclubs)
Junto a ellas y conformando el grupo de las majors, se sitúa
TRANSEUROPA, especializada en cine europeo. Este grupo integra, junto a

Plus Video, la Unión Argentina.
El resto del mercado lo compone un grupo de independientes integrado
por SBP, WORLWIDE, BEST SELLER y EMERALD-VCI . Con una actividad más
marginal, EPOCA y THE MOVIES COLLECTION, dedicadas a clásicos y PLUS
VIDEO, que se dedica casi en exclusiva a venta directa. SBP actualmente
distribuye las cintas de Transeuropa

3 Se denomina mainstream a la corriente central, al pensamiento único oficial; al cine o directores de industria en los EE.UU.