El Movimiento

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El nacimiento de una nación.

El Movimiento (Argentina-Corea del Sur, 2015). / Guión y dirección: Benjamín Naishtat. / Elenco: Pablo Cedrón, Marcelo Pompei, Francisco Lumerman, Céline Latil, Alberto Suárez, Agustín Rittano. / Fotografía:Soledad “Yarará” Rodríguez. / Música: Pedro Irusta. / Edición: Andrés Quaranta. /Dirección de arte: Marina Raggio y Laura Aguerrebehere. / Sonido: Fernando Ribero. / Duración: 70 minutos. / Calificación: SAM 13 años.

 

Por Marcos Altamirano.

1835. Argentina. Anarquía. Peste. El comienzo de El Movimiento proyecta una incierta precisión histórica que servirá de escenario perfecto para el segundo largometraje de Benjamín Naishtat.

El Movimiento es resultado de una invitación que el Festival de Cine de Jeonju, en Corea, le hizo a Naishtat para participar del Jeonju Cinema Project 2015, después de ganar en 2014 el primer premio en ese certamen con Historia del Miedo (2014). A partir de ahí, con un diseño de producción mínimo, y tan solo diez jornadas de rodaje, en pocos escenarios despojados, interiores y exteriores; el joven director decide contar la historia de un caudillo (sorprendente trabajo de Pablo Cedrón) que deambula por las pampas acompañado de un pequeño grupo de seguidores delirantes, envueltos en una locura sádica, que lo escoltan en sus expediciones en busca de nuevos partidarios y apoyo económico para la causa del movimiento que da origen al título.

Ambientada en una supuesta segunda gobernación de Juan Manuel de Rosas (aparece una efímera referencia a través de un pequeño retrato, en un interior-pulpería), Naishtat construye un relato abierto en su estructura narrativa, cercana al experimental,  potente en su conexión con la política argentina reciente y llamativo desde el punto de vista formal; con un blanco y negro apoyado en una pantalla 4:3 (formato casi cuadrado), un destacado trabajo con la banda sonora  y la utilización de cortes abruptos en las distintas escenas que colaboran en la representación de una violencia de la época, aunque la película no pertenezca a un tiempo específico.

El Movimiento adopta elementos de distintos géneros, incluidos el falso documental. Se ubica en un lugar confuso, impreciso, pero este dato no es tan relevante como su apuesta por desentenderse del pasado, apoyado en metáforas políticas en donde la peste es malestar social; un símbolo de los tiempos políticos.

En setenta minutos Naishtat consigue una propuesta arriesgada y potente, de atmósfera sombría, donde perturba la dominación y la inhabilidad de sus personajes indefensos y delirados que nos remiten a trabajos de Werner Herzog como Fitzcarraldo o Aguirre, la ira de Dios (referencia realizada por el propio director)

En El Movimiento hay una intención de enrarecer el espacio, sostenido en planos cerrados e inestables, y las distintas situaciones que no sólo generan controversias por sus contrastes históricos sino porque logran conectar el imaginario político de Argentina con esa decidida provocación formal que nos mete en una especie de pesadilla con demasiadas similitudes con la actual y violenta manera de hacer política en nuestro país.

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